El tiempo.

Micros, besos, viento y sabor a sal. La realidad ha sido sepultadora de lo “bueno” o lo “malo” y gracias a esto florecieron nuevos fantasmas color púrpura. Sí, estoy delirando. El sueño extraño de formas y colores, a causa de la fiebre, me ha dejado así.

El invierno ya pasó, las clases –en un par de días- pasarán. Todo ha ido pasando demasiado rápido, primero una despedida y ahora una canción. ¿Serán las oscuras mañanitas que se asomaban a mi balcón, antes de aclarar? O ¿Serán las melodías que circundaban mi memoria – monótonamente- este semestre?

En verdad no importa tanto, ya tiré el reloj y su sonido. Sin embargo, aún recuerdo cosas de otro tiempo, de cuando el almacén no tenía luces de neón, cuando el paraíso no tenía marquesina.


http://www.youtube.com/watch?v=gJ5C6TbNorw&feature=related

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Confesión no tan confesada.


Las cosas no van tan bien, la nueva anécdota que esta vez me trajo la ironía se volvió en una confusión ordinaria e inocentemente cruel.

Estos desengaños no tan confesados debido a sus someros descubrimientos en lo que alguna vez fue pasado, han logrado sacarme de orbita nuevamente y ver el reflejo de mi espacio mental aún distorsionado.

La cúspide no es la mentira, es posiblemente mi nueva enfermedad, aunque ya vieja, es nueva por recién descubierta, y trae consigo síntomas gravísimos; espasmos de confusión, caricias y revancha.

Tedio, siento tedio, las palabras se me agotan, escapan de mi boca que gastada está por tantos gemidos enternecedores.

Mis maullidos no paran, están histéricos ¡tienen miedo! Pobres gatitos maulladores, pobres dientecitos desgarradores… nos iremos todos, todos, a jugar y llorar.

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Lo que jamás se podrá ser.

Los créditos, el agradecimiento… el favor, el apoyo, la compañía, imitan la sinapsis neuronal para hacer que ciertas cosas funcionen bien. Un proyecto, un resultado, un objetivo, una relación o ese fenómeno llamado amistad, son el resultado de esta sinergia.

Esta utopía de equipo tiene fallas cuando es aplicada a la realidad. Los pequeños problemas humano-técnicos no pueden permitir el desarrollo idealizado.

El hombre es un ser que confabula con otro, la verdadera interrelación es pieza de hadas. El pacto inefable entre dientes de la danza perpetua conforma la partitura perfecta que hace posible la melodía de estos coreógrafos seres.

La meca pensante es algo que no es. No se funciona, se actúa. El mecanismo de la acción y reacción es un farsante. El amor mas amor no es amor, es nada bajo la lluvia incesante de palabras, frases mescladas en la lengua pronunciadas como mágico conjuro.

Las percepciones amorfas en los reflejos constantes son cotidianos hilos de alimento a la cordura. Oscilantes meandros que forman el pensamiento egocéntrico traducido en compañía.

Se es lo que no se es y no se puede ser; se es sin ser … se es y se está para volver a ser.

Lo que jamás podrá ser.

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Amarillo despertar.


Entré y te vi. La natural sorpresa esperada ablandó mi corazón.

Eras el mismo tipo poseedor de la mirada que mira sin mirar, de la voz que suplica al callar.

Tu atuendo formal era confuso. Los sacos nunca te vinieron bien, ¿qué planeabas aparentar bajo ese escondite contemporáneo?

Fueron cuatro años en los que no estuviste. Eras el mismo y luego no. El vacío de tu mirada era la daga sutilmente clavada en mi garganta, que me impulsaba a sumergirme en sus profundidades.

Permanecías allí, quieto, en la esquina; parado con tu olor característico a tabaco y canela, que me llamaba a ser tuya como nunca lo fui.

Extendiste tu brazo hacia mí, todo estaba perdonado. Tibias y suaves permanecían las dueñas de las caricias, cercanas a la fusión que el tiempo no permite ni perdona; llevándome a nuestro paraíso juvenil sin astro ni flor.

Una canción empezó a sonar a lo lejos y nuestra habitación, atraída por el ruido, se aproximaba a sus melodías. La velocidad incrementaba y el sonido se hacía coloridamente visible; amarillo, rojo, blanco, verde y nuevamente amarillo.

El sol se asomaba, era la primera mañana de verano de ese año, en que te volví a tener y volviste a desaparecer en la memoria de mis cortos pero anchos sueños.


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Los regalos


Pensaba en las cosas que tenemos guardadas y aunque quiten espacio queremos seguir guardándolas, en las tortas con velas en el centro listas para ser apagadas, en los abrazos, en mi último cumpleaños.

Hace unos días cumplí 22 y aunque no tuve torta con velas, ni la típica canción del “cumpleaños feliz”; tuve muchos saludos, abrazos y regalos, entonces por primera vez me puse a pensar en la importancia de estos últimos… los regalos.

Obsequiar puede ser una tarea complicada si se tiene real interés en que verdaderamente guste o sorprenda a quien lo recibe. El obsequio es la materialización del interés de esa persona hacia uno, ya que mediante esta práctica se puede saber si alguien se fijo en tus necesidades, tus gustos, tus sueños, tus penas o tus alegrías.

El tiempo siempre cambia y con el, uno mismo. Hay que saber regalar como hay que saber conocer.

Este año todos mis regalos fueron geniales, recibí un almuerzo, un ramo de rosas, un mouse para la laptop, un par de libros, muchos abrazos, un amigo y un perdón.

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Noctambuleando.

2 am.

Nuevamente estoy en la calle. Ya no es 2007, ya no estoy ebria, ni a punto de desmayarme, estoy lucida, integra mentalmente. Pero estoy en el mismo lugar de antes, parada, con unos tacos que me hacen doler mis delgados pies y esa estúpida cartera nueva que compre según yo para guardar la laptop.

Estoy ahí, caminando, como una tonta, a lo largo de la avenida constructores; exrañando el calor de una habitación… de esa habitación que tu y yo compartimos tantas noches; extrañando la luz tenue, el agua que se calentaba cuando teníamos suerte. la ventana con su vista a la calle y los movimientos extraños de la gente.

¡Pero no!, estoy aquí, o ahí... ya no lo estoy teniendo muy claro. Tengo frío, tengo hambre… cada vez esto se va volviendo menos diferente de aquella época.

Estoy aquí, estoy ahí; estoy hoy y ayer. No sé, a la mierda, al menos aun estoy.



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