El sueño americano



La estatua de la Libertad que mira hacia el mar, en el puerto de Nueva York, lleva una placa de bronce en la que se grabó un fragmento del poema “El nuevo coloso” de la poetisa estadounidense Emma Lazarus.

"¡Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres
Vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad
El desamparado desecho de vuestras rebosantes playas
Enviadme a estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades, a mí”

En estos versos, Estados Unidos se presenta a sí mismo como la “Tierra de Libertad” que abre sus puertas a todos los desamparados, a los que han sufrido, a aquellos que han anhelan respirar en libertad.

Para hacer realidad ese sueño, muchas personas no solo dejan a sus familias (padres, hijos, hermanos, etc.), sino que también ponen en riesgo sus vidas.

Quisiera relatarles la historia de unos compatriotas nuestros, que a pesar de ser una más de las tantas que existen sobre este tema, ha impactado de manera especial en mi vida personal. Esta es la historia de un joven y su cuñada que viajaron con una visa temporal de Perú a Nicaragua, de Nicaragua a Honduras, de Honduras a Guatemala, hasta que finalmente llegaron a ese estado de México llamado Chiapas que muchos dicen que es un punto intermedio entre la vida difícil y el "sueño americano".

Para poder llegar al DF (distrito federal), hicieron una cola para ingresar a un bus y el muchacho por su contextura muy delgada fue el primero de la fila. Al ingresar, al final del pasillo había una escalera con dirección al techo, los que dirigían la travesía le dijeron que suba y subió. Jenny, su cuñada no subió, pues pagó los mil dólares correspondientes para ir sentada en el bus. Era un espacio de no más de 30 centímetros el que dividía la base de su escondite, que estaba camuflado como el techo del bus, del techo real. El joven, debido al ser el primero en ingresar, tuvo que arrastrarse hasta el fondo del techo, tras de el subieron aproximadamente 31 personas más. La mitad de las personas estaban acostadas de espaldas y la otra mitad acostada de pecho, una sobre otra. Cuando todos hubieron subido, el agujero cuadrado por donde ingresaron, fue sellado con pernos y remaches. Era prácticamente imposible que desde el interior del escondite se pudiera abrir la entrada.


Fueron 27 horas las que permanecieron ahí; 27 horas totalmente inmóviles, con hambre, calor, frío, falta de aire y sobre todo miedo; miedo de ser descubiertos, miedo de un accidente, miedo de morir.

Como este joven fue el primero en subir, tuvo que ser el último en bajar. Rampeando de espaldas se iba acercando a la salida y casi al llegar vio a alguien que pensó que se había quedado dormido y no se había dado cuenta de que ya habían llegado, entonces intentó pasarle la voz: “oye amigo, llegamos”, pero este frio soñador estaba profundamente dormido.

Pasaron los días y finalmente llegó el momento decisivo “el cruce de la frontera”. Se les pidió no llevar nada, solo la ropa que tenían puesta. Iban Caminando todos juntos hacia la misma dirección, el Coyote (traficante de ilegales) les explicó que en el desierto habían personas a las que se les llamaba “piratas” que no eran otra cosa que delincuentes a sangre fría, así que tenían que tener una estrategia en caso de algún ataque departe de estos malhechores. El plan consistía en que todos debían ir en dirección al norte y si venían estos hombres, se dividirían en dos grupos, cada grupo hacia un lado y cuando el peligro haya desaparecido, se volverían a encontrar camino al norte.

Llevaban 20 horas de caminata cuando de pronto, pasaron unos camiones repletos de hombres de aspecto grotesco que tenían consigo armas como sables, cuchillos enormes, etc. Era momento de poner la estrategia en práctica y así lo hicieron. Al momento de la dispersión, se toparon con una especie de cárcel, en la cual había muchas mujeres con el cuerpo lleno de cortes y heridas. Jenny se acercó a una niña de aproximadamente 13 años y le preguntó qué es lo que había pasado; la niña le dijo “los piratas nos atraparon, han matado a todos los hombres y a las mujeres nos han violado, pero yo tuve suerte, porque solo me violaron 3 hombres.”

La odisea continuó, caminaban y caminaban cruzando los montes bajo el fuerte sol durante el día y el terrible frío de la noche, sin comida ni agua. La saliva pronto de volvió espuma y hasta hablar cansaba. El coyote avanzaba y avanzaba, no esperaba a nadie.

En el camino uno que otro se rendía, se quedaban o se desmayaban en el camino, pero el resto tenía que continuar aunque quizá jamás los vuelvan a ver. Ya la policía o la muerte se encargarían de llevárselos.

Jenny estaba muy débil, sentía que ya no podía más y decidió quedarse en el camino, el muchacho intentó convencerla de continuar, pero el cuerpo ya no aguantó y sin darse cuenta, mientras discutían, cayeron en un profundo sueño. Al despertar, no había nadie, los habían dejado.
El camino fue largo y daba la sensación de infierno eterno. Combatieron contra coyotes que los rodeaban con sus ojos rojos esperando que les llegara la muerte para comérselos; tuvieron hambre, sed, escucharon llantos, gritos, vieron espectros, tuvieron alucinaciones, sintieron paranoia, desesperación.

Tras tantas peripecias finalmente llegaron a un muro que estaba protegido por enormes alambres punzantes de metal, escarbaron por debajo de la tierra y lograron entrar. Detrás de esa pared estaban los Estados Unidos.

Totalmente sucios y con miedo, caminaron adentrándose a la pequeña ciudad, el coyote los encontró, y lo primero que hicieron fue ordenar 3 combos de Mc donals para cada uno.

La migración no solo afecta al inmigrante, sino también a quienes dejó en su país, al entorno que lo recibe y a su descendencia. Y el proceso de adaptación es doloroso para todos.

Casi todos los que tenemos familia o amigos en el exterior, conocemos historias de inmigrantes de conocidos, familiares o amigos; pero muy pocos somos conscientes de cuanto esto ha afectado en la vida de estas personas.

Es sabido que los inmigrantes ilegales ni siquiera son ciudadanos. No tienen derechos, tampoco documentos y no pueden demostrar que existen cuando la policía los captura para echarlos de ese país. Por eso viven escondidos. ¿Cómo que sentirá ser de la clase social más débil en el país más rico del mundo?

El sueño americano es solo eso, su mismo nombre lo dice, es un sueño, y cuando el soñador despierte, podría encontrarse con una realidad diferente.
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